miércoles, 26 de diciembre de 2007

07/30/2006
Domingo XVII
2 Rey 4,42-44
Ef. 4,1-6
Jn. 6,1-15

La iniciativa de un


muchacho.


En el relato evangélico de la multiplicación de los panes, el acontecimiento “eucarístico” se realiza gracias al gesto solidario de un jovencito. Con sencillez presenta sus panes de cebada y sus peces y Jesús hace experimentar a aquel grupo de gente lo extraordinario de la comunión/comunidad.
El trasfondo eucarístico del relato y el análisis crítico que la comunidad que escribe hace, en un segundo momento de las interpretaciones interesadas y equivocadas que la gente hace sobre la identidad de Jesús: "Deseamos un líder que resuelva todo y que no nos implique responsabilidad personal". Ambas líneas de interpretación, la eucarística y la lectura ideológica del liderazgo de Jesús, podemos hacerlas también al ver a los hijos de la población migrante.
Por diversas razones sociológicas y culturales, los niños y niñas migrantes, tienden a conservar su idioma y su cultura de origen. Con todas las limitaciones que la palabra “conservar” pueda tener, en el paso de las generaciones. Sin embargo, un elemento que me parece significativo en el contexto de la fe católica, es que estos niños/as migrantes (nacidos ya en USA)
Logran eventualmente recibir valores de fe y una herencia de religiosidad popular que tiene sus bases más allá de la iglesia institucional, pero es “católica”.
Tal vez quien vea más pragmáticamente las cosas, pueda asegurar
“estos niños/as hablan ingles, están creciendo en la cultura de este país, si su fe es católica tendrán que asimilarse al dinamismo eclesial normal en USA”.
Me gustaría leer el evangelio de hoy, en este contexto del que hablo: Jesús Toma el pan y los peces de un muchachito para realizar el signo de la multiplicación. De hecho la iglesia tiene un desafió postergado en la atención a los niños/as y jóvenes en general; pero en concreto la población infantil y juvenil latina, hablo de lo que veo entre los niños/as y jóvenes migrantes:
Tienen en sus vidas valiosos “signos” heredados de las tradiciones de fe latinoamericanas, son sus panes de cebada y sus peces.
Esta niñez es un potencial en la formación de una iglesia multicultural. Si las iglesias locales proceden solo de acuerdo a sus programas de educación religiosa, esos niños/as van a pensar que lo que sus madres y sus familias les enseñan, en el campo de la fe, no tiene ningún valor y la iglesia, como iglesia va a perder.
Nuestro reto esta en “valorar” lo que esta juventud es. Acoger lo que ofrece: Son jóvenes viviendo en su interior dos mundos culturales. Tienen ya, a su nivel una “síntesis” multicultural. Su pan de cebada y su pescado (su experiencia “religiosa”, “bi-cultural”) si se acoge y se promueve podría aportar un impulso importante a la forma de ser iglesia en este País.
Se requiere creatividad y osadía para que el milagro multicultural acontezca entre nosotros.
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