miércoles, 26 de diciembre de 2007


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7/23/2006
Domingo XVI
Jer. 23,1-6
Ef. 2,13-18
Mc. 6,30-34


En búsqueda
de un proyecto pedagógico.

Se puso a “enseñarles largamente”. El evangelista Marcos presenta, en este sumario, a Jesús como un educador popular.
Jesús ciertamente recorrió las rutas de la sabiduría de su comunidad. Sabia de los métodos vivenciales que la gente sencilla seguía para educar y para aprender.
Su pedagogía no depende de programas, por eso se acoge a los tiempos y a los ritmos de las personas. El tiempo oportuno no lo pone el, sino la gente que sale a su encuentro.
La vida migrante determina toda la existencia de personas concretas y comunidades. En la tarea pastoral, desde otras realidades eclesiales hay quienes dicen “lo que se necesita en el ministerio migrante, es formar lideres de la misma comunidad”. Esto no deja de ser un desafío, pero solo podrá ser resultado de un camino pedagógico inspirado en el evangelio. Los agentes no podemos disponer los tiempos, ni las condiciones.
Jesús es sumamente creativo, pero su creatividad pasa por el respeto de la dinámica de la vida de las personas.
Los padres y madres migrantes que conozco anhelan una buena educación para sus hijos. Hacen su esfuerzo, pero saben realistamente que solo cuentan con poco tiempo para “educar” a sus hijos. Los mismos adultos habrían querido tener una “mejor educación…para no trabajar tanto”.
Me parece que el evangelista Marcos, dibuja los rasgos de una comunidad educadora, cuando describe a Jesús enseñando. Es un modelo pedagógico itinerante con una mirada de largo plazo, pero que sale al encuentro de la situación concreta de las personas.
Jesús se acerca a las personas, tomándolas independientemente de cualquier estructura legal; para el la persona es mucho mas que los prejuicios socio-culturales que lleva impuestos. Esta actitud suya anima a la persona a identificar alternativas, desde si misma.
A Jon Sobrino le gusta llamar “principio misericordia” a aquella actitud constante en la vida de Jesús: Una profunda sensibilidad para “escuchar” al otro, para no suponer lo que el otro siente y piensa. Una actitud para mirar la vida desde abajo, desde la situación de quien ha sido excluido y así salir a su encuentro.
Jesús “educa” sabiendo que hay ya un dinamismo muy rico en acción en cada persona y/o comunidad. El entra en la tarea pedagógica, haciéndose cómplice de la acción creadora del Espíritu.
Tenia razón Paulo Freire, el popular educador brasileño: “Cristo será para mi un ejemplo de pedagogo. Lo que me fascina del evangelio es la indivisibilidad entre su contenido y el método con que Cristo lo comunica…”
La comunidad migrante, como muchos sectores en la iglesia, esta a la espera de una propuesta educativa que responda a sus expectativas reales y que le disponga a descubrir el camino de su propia liberación.

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