sábado, 31 de marzo de 2007

...en la Verdad.

Posted by PicasaContrariamente a como lo vivieron los místicos del pasado, “la huida del mundo” no lleva al creyente a ser santificado en la verdad, es la inserción en todas las dimensiones del mundo lo que nos permite vivir lo mas autentico de la fe cristiana.
En plena confrontación de la fe naciente con la expresión mas sistemática de la cultura griega, el mejor camino que encontró la teología cristiana para elaborar y vivir su fe fue acoger críticamente las estructuras de pensamiento y organización que el mundo pagano aportaba.
Los padres apologistas griegos son, en su propio proceso personal e intelectual, un laboratorio, donde se crea una visión de fe con los materiales filosóficos de una cultura para quien la fe es prácticamente irrelevante.
Nuestra gente creyente vive encarnada en el “mundo” y desde ahí esta llamada a “elaborar”su fe. El vaticano segundo sospecho esto pero no pudo, o no quiso, sacar sus consecuencias. No todas las estructuras eclesiales ayudan ni forman a sus miembros para esta tarea.
Toda la historia y la vida ha seguido un modelo de sincretización, en lugar de procesos de gheto o de “burbujas” de aislamiento y purismo. Las actuales culturas humanas han sido resultado de sorprendentes sincretismos. No pueden sostenerse paradigmas únicos en la búsqueda de la verdad.
Jesús pide al Padre que sus discípulos sean santificados en la verdad. Un término apreciado por la comunidad joanica, que busca enlazar la propuesta evangélica de Jesús y la practica del seguimiento, por lo tanto no es un esfuerzo teórico por llegar a la verdad. Se trata de una manera de vivir. Las mejores síntesis vitales de este acercamiento a la verdad, nacieron en experiencias sincréticas: Los escritos del nuevo testamento son la mejor expresión de estas síntesis.
Bachelard, el epistemólogo racionalista, pensaba que la forma mas expedita para disponer al sujeto a la “verdad”, era someter el conocimiento al despojo de sus ideas erróneas. Porque cada intento de construir epistemológicamente la realidad, arrastra la historia de sus propios prejuicios. Similarmente, la aproximación creyente a la verdad pasa por la inserción en todas las dimensiones del “mundo”, aunque no este de acuerdo con sus estructuras. Tiene que asumirlas, haciendo la cuenta de todos los prejuicios contra el mundo, heredados en su experiencia de Iglesia. Todo lo real esta llamado a ser camino de humanización…para consagrar al discípulo en la verdad. Esto no es una estrategia de camuflaje, es una opción ineludible de abrirse al mundo con todas sus contradicciones, sin ser del mundo.
En este sentido quienes hemos sido formados/as para el servicio evangelizador, necesitamos reaprender el mensaje y la practica del evangelio en la vida de muchos creyentes sencillos. Son ellos y ellas quienes han vivido en carne propia aquello que quedo en reflexión teórica en el Vaticano II: Unir la fe y la vida, superar el divorcio de una fe que se alejo de la realidad cotidiana, abrazar el “mundo”, como terreno donde se cultiva el Reino.
Hombres y mujeres de fe que maduraron sus decisiones éticas (pensemos en la vivencia de su sexualidad matrimonial), en desacuerdo con la moral de la Iglesia.
Hombres y mujeres de fe que han apostado por compromisos políticos y luchas ideológicas, en solidaridad con comunidades empobrecidas y excluidas. Muchas veces acusados por autoridades eclesiales.
“El mundo”, la fuerza anti-reino, que odia al discípulo esta también ahí donde se proclama fidelidad al Dios de Jesucristo.

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