sábado, 31 de marzo de 2007

replicando la tri-unidad.

Posted by Picasa Los mejores apóstoles son quienes crean redes de comunión donde llegan. El poder hacerlo
no tiene mucho que ver con la preparación “profesional”, tiene mas que ver con el dejarse llevar por el Espíritu (Carta a los Romanos).
Los Santos Padres decían que la tri-unidad del Dios vivo mantiene una relación de perijoresis, es decir cada persona afirma gratuitamente a la otra en su identidad y su diferencia y en la medida en que asegura la identidad y la diferencia de la otra se afirma a si misma en su propia riqueza. No habría negación de la otra persona, al afirmarse a si misma...es amando a la otra como se es plenamente mas si mismo/a. Mutua relación entre personas que hacen la unidad en la pluralidad.
Jesús y sus discípulos creían que este estilo de vida puede ser replicado. Por eso los creyentes se consideraban a si mismos como enviados a crear redes de discípulos. Cuando se habla de enseñar, no se esta tratando de transmitir verbalmente una doctrina, sino aprender-haciendo aquel estilo de relaciones que el Dios-tri-unidad vive. “Vayan y hagan discípulos…bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
El Deuteronomio cree que el pueblo pasó por experiencias históricas que le permitieron “descubrir” la presencia de su Dios durante eventos históricos. El Dios bíblico es un Dios que se revela en el caminar de su pueblo, en las relaciones interpersonales se sus integrantes, en las acciones y pasos de crecimiento decididos y realizados en cada etapa de la vida de personas y del pueblo.
Las corrientes migratorias hacen que las personas agudicen sus capacidades para crear nuevas relaciones. Por eso en este fenómeno social no es difícil encontrar hombres y mujeres que continúan tejiendo una red de fraternidad. Gente que capta el paso del Dios vivo en sus propias vidas, en los sucesos de sus comunidades, en las tentativas de los pobres.
Moverse, en la dinámica social de la migración, no es una experiencia que viene por opción sino que son las circunstancias las que forzan a las personas. En un momento dado, la vida de la persona migrante, se desplaza en un movimiento critico de identidad-diversidad. Se es uno y se es a la vez varios, algo permanece de lo propio, pero a la vez se siente la necesidad de acoger e integrar en si mismo algo que no era mío. Asi la persona migrante se vuelve imagen del Dios triunidad, el Dios que es uno en tres personas.
Por eso me parece que la experiencia migrante es portadora de vida: Ninguna persona posee un conocimiento teórico para vivir la vida migrante. Cada persona lo va aprendiendo en el compartir
con otros compañeros y compañeras de camino. Existe un proceso de “hacerse a este estilo de vida”, uno lo recorre dejándose contagiar y valiéndose de la experiencia de otros. No tienes a tu familia, ni tu gente, ahora vives gracias a nuevas relaciones. No quisieras depender, pero no te queda más que depender de personas que actúan como discípulas.
Por supuesto que esa red de relaciones es tan fragil, como su tiempo de nacimiento. Se trata de
encuentros y enlaces para sobrevivir. Con todo lo fragil que puedan ser estas redes, cuando hay gentes migrantes en la corriente del Espiritu, en torno a ellas o con ocasión de su actitud y disponibilidad se desarrolla una experiencia de grupo, de comunidad singular: Se vive una actitud de asombro ante quien es distinto/a, se cultiva el intercambio respetuoso, se celebra la
diversidad de estilos y costumbres y se comparte con humildad y gozo lo que a uno/a le identificaen su singularidad personal o cultural. Es el encuentro de los multiples rostros del Dios triuno

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