jueves, 8 de marzo de 2007

La comunidad rescata

Posted by PicasaTres niños migrantes, atravesaban la frontera por el desierto, sus padres desvelados aguardaban ya en un pequeño poblado de los Estados Unidos. Cuando los oficiales de migracion encontraron al grupo, el coyote abandono el grupo a su suerte. Una de las personas que pasaba la misma aventura logro esconder a los niños consigo, seguramente porque presintió lo que sentirían los padres. Cuidó a los niños y los hizo llegar a su destino. El reencuentro de esa pequeña comunidad familiar, después de días y horas de desesperación e incertidumbre, fue un encuentro de comunión y vida.
En muchas situaciones la persona no tiene todo lo necesario para sobrevivir. Cuando hay por lo menos rastros de comunidad...y el individuo se abraza a ellos, no todo esta perdido.
El proyecto cristiano solo puede vivirse como una aventura comunitaria. La entera experiencia cristiana pudo crecer gracias a la “koinonia” que se volvió estilo de vida de los primeros cristianos. El libro de los Hechos de los Apóstoles atestigua esta relevancia de la comunidad-comunión. Es mas, la experiencia de la resurrección toma forma en el tejido de múltiples pequeñas acciones que tienen que ver con la construcción cotidiana de redes comunitarias.
La subjetividad moderna nos enseño que los ritmos y los caminos personales no puede evadirlos nadie, a costa de perder el rumbo. Sin embargo, el espíritu de un grupo aporta un carácter específico y determinante para la persona.
Quien llega por primera vez al “norte”, depende mucho de las redes familiares y de amigos.
Los norteamericanos, que aprecian tanto la independencia personal (a veces son simplemente individualistas) se asombran de cómo los trabajadores migrantes viven en campamentos, o como se mueven en grupos. La mayoría de las veces los locales son poco apropiados pero, la gente que ahí habita lleva una vida de comunidad. Soy testigo de auténticos valores de solidaridad y espontánea “koinonia” entre estos grupos de trabajadores migrantes.
Me parece que ese espacio-fuerza de la comunidad-comunión es lo que sobresale en el relato
que elaboro el Evangelio sobre la duda de Tomas: Una búsqueda personal, una serie de inquietudes, muchas preguntas, envuelto todo en el anhelo sincero y exigente de poseer elementos evidentes para poder creer.
Todo discípulo reubica y recupera el camino personal en la calidez de aquella “koinonia” fraternal. No se terminan las preguntas, no se cierra la búsqueda personal, ni se resuelve lo incierto de la fe, pero la persona experimenta la acogida incondicional: Cuando la comunidad replica los rasgos originales del Maestro-servidor, que abraza y perdona, que no oculta sus llagas y reitera la invitación a la misión. Ahí se reaviva el sentido de la fe.

Hay una conciencia comunitaria en las raíces culturales de nuestra población migrante. Y hay un embrujo neoliberal que le cautiva, cuando entra en contacto con el “american way of life”: La persona, por si sola, aparece como capaz de bastarse a si misma. Trátese del trabajo, trátese de hacer dinero, trátese de las relaciones interpersonales, la autosuficiencia individual se impone.
Existen personas que encarnan ya una síntesis, donde se retiene el rico sentido de la comunidad y se despliegan, la identidad y las potencialidades más valiosas de la persona. Esta síntesis va siendo posible en comunidades y experiencias que permiten a las personas lamer y sanar sus propias heridas. Cual es la “experiencia generadora” de estas comunidades koinonicas?

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